‘Nuestro sistema alimentario no puede sobrepasar los límites del planeta’

‘Nuestro sistema alimentario no puede sobrepasar los límites del planeta’

Profesionales del ámbito de la alimentación analizan los nuevos hábitos alimentarios derivados del aumento demográfico y la concentración de población en grandes urbes durante un encuentro organizado por Levante-EMV en la sede del CEMAS

La alimentación sostenible fue el asunto central en la última jornada de i-Talks organizada por Levante-EMV, en colaboración con el CEMAS y REDIT.

Jaume Vidagañ

La alimentación constituye un elemento fundamental para preservar la salud de las personas.

Desgraciadamente, millones de ellas en todo el mundo tienen dificultades para acceder diariamente a alimentos de calidad.

La malnutrición es un problema que afecta a un tercio de la población mundial y que provoca cada año la muerte de 2,8 millones de niños y niñas en todo el mundo. En este sentido, la alimentación inadecuada es un factor que contribuye de manera importante a la creciente prevalencia de la malnutrición en todas sus formas.

Según la OMS, «el aumento de la producción de alimentos procesados, la rápida urbanización y el cambio en los estilos de vida han dado lugar a un cambio en los hábitos alimentarios». De este modo, las personas consumen actualmente más alimentos hipercalóricos, grasas y azúcares libres, en detrimento de otros alimentos más nutritivos como frutas, verduras y fibra dietética.

La alimentación sostenible, entendida desde un enfoque multidisciplinar necesario, fue el asunto central en la última jornada de i-Talks organizada por Levante-EMV, en colaboración con el Centro Mundial de València para la Alimentación Urbana Sostenible (CEMAS) y REDIT. El evento, que se celebró el pasado miércoles en la sede del CEMAS, abordó las incertidumbres y los retos que plantea este nuevo escenario a nivel mundial de la mano de diferentes profesionales vinculados al ámbito de la alimentación.

La directora de Relaciones Institucionales de Prensa Ibérica, Sílvia Tomás, fue la encargada de moderar la jornada, que contó con la participación de Vicente Domingo, director del Centro Mundial de València para la Alimentación Urbana Sostenible (CEMAS); Vicente Brull, vocal de Alimentación del Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF); Cristina del Campo, directora general de AINIA; Raquel Álvarez, representante de Justicia Alimentaria; Jorge Cavero, director del Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI); Fernanda Peset, directora del Institut Universitari de Matemàtica Pura i Aplicada (IUMPA) de la UPV; Amparo López, subdirectora del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC); José Carbonell, secretario del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Levante (COIAL); Juan Cruz, periodista de Prensa Ibérica; y Alejandro Ramón, concejal de Emergencia Climática y Transición Energética, de Agricultura, Alimentación Sostenible y Huerta en el Ayuntamiento de València.

«Hablar de alimentación nos une a todos», señaló Vicente Domingo en la apertura del acto. Durante su intervención, el director del CEMAS remarcó el papel que ejercen los sistemas alimentarios como «matriz alimentaria» para unir a los grupos de personas. Como consecuencia, «miles de personas abandonan diariamente su lugar de origen por un gravísimo fallo en los sistemas alimentarios». Por último, Domingo recordó que «hasta hace poco, comer bien era comer mucho. Sin embargo, actualmente comer bien obliga
a ser ciudadano».

El binomio alimentación y salud

El crecimiento demográfico y la concentración de población en grandes núcleos urbanos obliga a plantear nuevos escenarios para conseguir una gestión coherente y justa de los recursos alimentarios.

En este sentido, es fundamental impulsar una transición hacia modelos alimentarios más sostenibles y saludables. «Lo sostenible va de la mano de lo saludable y no entendemos un concepto sin el otro», explicó Vicente Brull.

Las farmacias comunitarias realizan cada año cerca de 262 millones de consejos sanitarios, de los cuales 17 millones están relacionados con la alimentación. «Somos los técnicos del medicamento, pero también tenemos muchos conocimientos en el ámbito de la nutrición», resaltó Brull.

Además, los farmacéuticos pueden establecer una relación directa con los pacientes. «En el día a día, podemos decir a los vecinos que no compren determinado producto y que lo intenten sustituir por otro más sostenible».

Asimismo, los ponentes coincidieron en señalar la importancia de educar a la población en hábitos de alimentación saludables y sostenibles. Sin embargo, no siempre es posible. «La alimentación es un derecho básico, pero no se está respetando», advirtió Raquel Álvarez, representante de Justicia Alimentaria.

Esta ONG promueve el derecho a la alimentación de todas las personas y, en particular, de los colectivos más vulnerables. «Gran parte de los problemas alimentarios se deben a que se ponen en el centro los intereses económicos de las empresas. Para llegar a todo el mundo, son indispensables las políticas públicas que permitan dar respuesta a las desigualdades sociales», explicó Álvarez.

Cada año, más de 90.000 personas mueren en todo el mundo como consecuencia de enfermedades relacionadas con la mala alimentación. Además, el 13,3% de los hogares españoles experimentan situaciones de inseguridad alimentaria, un problema que se ha acrecentado con la pandemia. «No come bien quien quiere, sino quien puede», culminó la representante de Justicia Alimentaria.

Uso de las tecnologías

El crecimiento demográfico que ha experimentado la población mundial en las últimas décadas ha obligado a ejercer una gran presión sobre los recursos del planeta, lo que ha conducido hacia la sobreexplotación de las reservas naturales.

«Nuestro sistema alimentario no puede sobrepasar los límites planetarios —subrayó Jorge Cavero—, pero también nos tiene que asegurar unos límites saludables». Así pues, según el director de CERAI, «todo lo que desarrollemos tiene que encajar en esas dos variables».

Para ello, la tecnología asume un papel fundamental. «El incremento de la demanda de productos agrícolas hace indispensable la necesidad de incrementar el uso de la tecnología en el sector agrícola para mejorar su eficiencia y productividad», explicó la directora general de AINIA, Cristina del Campo.

En este sentido, se estima que el incremento en la demanda de productos agrícolas será superior al 70% de aquí al año 2050.

«Tenemos la responsabilidad de alimentarnos de forma sostenible —remarcó del Campo—. Los sistemas alimentarios actuales están llenos de contradicciones y la tecnología es nuestra gran aliada para dar respuesta a los deseos de los consumidores».

De este modo, la tecnología puede contribuir a predecir determinados comportamientos y mejorar la eficiencia de los cultivos; todo ello, gracias a los datos. «Los datos pueden ayudar a tomar decisiones más eficientes y efectivas a lo largo de la cadena de valor agrícola. Predecir fenómenos nos va a fortalecer ante los retos a los que nos enfrentamos», detalló la directora del IUMPA, Fernanda Peset.

Sin embargo, la digitalización todavía queda lejos de los pequeños agricultores, que conforman gran parte del sector agrícola. «Se necesita fortalecer la capacidad de los pequeños agricultores con menos recursos para manejar la creciente cantidad de datos disponibles», finalizó Peset.

Un futuro sostenible

Millones de personas se reúnen cada día en una mesa desigual. Actualmente, producimos muchos más alimentos de los que necesitamos —cada año se desperdician 1.300 millones de toneladas de comida en todo el mundo—; sin embargo, todavía hay más de 820 millones de personas que padecen hambre en el mundo.

«No somos sostenibles», destacó Amparo López al inicio de su intervención. La subdirectora del IATA subrayó que «somos testigos de cómo se nos agotan los recursos, perdemos biodiversidad, sufrimos el cambio climático, desperdiciamos demasiados alimentos, tenemos pandemias crecientes y se incrementan las desigualdades económicas».

Además, López añadió a esta enorme lista de amenazas el problema relacionado con el plástico, que sigue aumentando notablemente. Un 40 %de esos plásticos se dedican a envases, muchos de ellos dedicados a la alimentación, con la consecuente generación de numerosos residuos que terminan entrando en la cadena trófica y «terminamos incluso ingiriendo nosotros, todavía sin conocer exactamente cuáles pueden ser los efectos de esta ingestión sobre nuestra salud».

En este sentido, el IATA trabaja en la generación de conocimiento científico para dar respuesta a los retos que la sociedad afronta. «La ciencia juega un papel clave para contribuir a mejorar la sostenibilidad alimentaria e impactar positivamente en la sociedad», confesó López.

Por su parte, José Carbonell alertó sobre la gran cantidad de alimentos que se desperdician cada año.

«Más del 30% de lo que se produce no sirve para nada». Así pues, el secretario del incidió en la necesidad de ajustar la producción a la demanda: «La industria debe ser flexible para adaptarse a los retos alimentario del futuro».

Por último, Carbonell destacó las oportunidades que ofrece la huerta valenciana para avanzar hacia un nuevo modelo alimentario más sostenible: «Comer bien en la Comunitat Valenciana es muy asumible, pero no sabemos cómo hacerlo».

Juan Cruz cerró el turno de ponencias recordando su experiencia en Inglaterra: «Cuando llegué allí, comprendí que comer era una necesidad que se podía cumplir de muchas formas. Entonces importaba tan poco la calidad como la estética de los alimentos, la presentación, los horarios e, incluso, la comida; sin embargo, cualquier alimento lo es en mayor grado si sabe mejor, si está bien presentado, si está fresco y si es visualmente atractivo».

Integrar la huerta en la ciudad

El concejal de Emergencia Climática y Transición Energética, de Agricultura, Alimentación Sostenible y Huerta en el Ayuntamiento de València, Alejandro Ramón, fue el encargado de poner el cierre a la jornada de i-Talks en la sede del CEMAS en València. Ramón reiteró que «el modelo alimentario de València es el adecuado, ya que producimos alimentos dentro de la propia ciudad». De este modo, el concejal destacó que «no tenemos que inventar nada, sino poner en valor y conservar nuestro modelo actual».

Además, Ramón valoró el hecho de que la huerta valenciana esté volviendo a formar parte del paisaje urbano. «La agricultura urbana puede ser una opción de ocio, pero también ejerce como un movimiento de sensibilización de primer orden».

Por último, el concejal de Alimentación Sostenible recordó una frase de la activista india Vandana Shiva en su última visita a la huerta valenciana: «Si conservamos todo esto, estamos salvados».

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