I. D. N. | VALÈNCIA
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que marca la Unión Europea se encuentra el denominado ODS 11, orientado a lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles, y el ODS 9, relativo a construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización sostenible y fomentar la innovación.
Y es que, la sostenibilidad de las ciudades pasa también por alcanzar modelos de circularidad y de sostenibilidad en las viviendas, edificaciones y espacios urbanos, así como en el impulso a la creación de espacios verdes, de sistemas innovadores que promuevan las ciudades inteligentes y la comunicación y la relación social entre la ciudadanía.
Son muchas las iniciativas que se pueden ver en todo el mundo, muchas de ellas puestas en marcha por la propia ciudadanía, que de manera privada o agrupada en diferentes colectivos, promueve modos de vida que implican compartir, co-crear, cohabitar, trabajar en una oficina al aire libre, agruparse en espacios polifuncionales que admitan multitud de expresiones y compartir la vida en viviendas que respondan a las necesidades determinadas por los nuevos tiempos y las nuevas formas de habitar las ciudades.
Un ejemplo de vivienda elaborada de modo sostenible desde sus inicios parte de un ladrillo. Cabe pensar en estos como elementos que forman parte del paisaje urbanístico apilados para conformar edificaciones que habitar.
Para fabricarlos se necesita aire, agua, arcilla y fuego. Los cuatro elementos. La humedad atmosférica puede alterar su comportamiento cuando están en proceso de fabricación, al igual que dependiendo de su composición, pueden surgirles patologías que deriven en problemas posteriores cuando ya están en su destino: la vivienda, la ciudad y un largo etcétera.
Además, su fabricación requiere un uso intensivo de energía que a su vez emite grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera. Por ello, no se pueden crear ciudades sostenibles si no se construyen viviendas sostenibles.
Así, desde el Instituto de Tecnología Cerámica (ITC-AICE) piensan en impulsar una nueva tecnología capaz de eliminar ciertos «sufrimientos» a los ladrillos, a las personas, a las ciudades y al planeta.
«Nos pusimos a trabajar, siempre en cooperación con la Comisión Europea a través del Programa Life —proyecto Life-Hypobrick—, mediante el que reutilizamos residuos procedentes de otros sectores para introducirlos en unos nuevos ladrillos en cuya fabricación eliminamos la etapa de cocción», explican desde la entidad.
Esta etapa supone un 90 % de la energía utilizada en el proceso, así como una considerable emisión de dióxido de carbono y otros compuestos nocivos a la atmósfera.
Sin embargo, desarrollan desde ITC-AICE, «impulsamos la introducción de un nuevo proceso denominado ‘activación alcalina’ por el que obtenemos ladrillos sin apenas impacto ambiental, ya que, al eliminar la cocción, eliminamos automáticamente un 90 % de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, conservando idénticas propiedades que los ladrillos tradicionales».
Esta es una forma de construir ciudades sanas, insistiendo en las alianzas y el trabajo en equipo de empresas, administraciones públicas y centros de investigación.
De esta manera, se aplica cerámica en las ciudades y sus edificaciones utilizando material cerámico que incorpora tecnologías avanzadas, con escaso impacto ambiental y pensadas en términos de eficiencia y ecoeficiencia para que los beneficios redunden en las personas que habitan las ciudades.